Ya que cada persona somos únicas, el color blanco natural de nuestros dientes también lo es. No se puede determinar un color blanco exacto que sirva para todo el mundo. Es necesario personalizar el color blanco natural de cada paciente y con ello los tratamientos más indicados.
Para determinar el rango de blanco y el nivel de oscuridad de cada uno se utilizan diversas escalas de color , o guías de color. Las guías más utilizadas dividen el color de los dientes en 4 tonos o grupos de color (A, B,C y D). Cada grupo presenta varios niveles de oscuridad que se determina según la luminosidad del diente 1 es el más claro y el 4 el más oscuro:
A1 – A4 (rojizo-marronáceo)
B1 – B4 (rojizo-amarillento)
C1 – C4 (grisáceo)
D2 – D4 (rojizo-gris)
De forma visual el dentista compara el color natural del diente del paciente con la guía para determinar el rango de color y el nivel de oscuridad que presenta un paciente dado.
Hay que saber que el color de los dientes viene determinado por la dentina y por el esmalte y que estos materiales varian de «tono» según cada persona. Utilizando las mencionadas guías, los dentistas podemos determinar la escala de blanqueamiento que el paciente desea y así establecer el tratamiento más adecuado a cada caso.
¿Pero cómo de blancos deben ser nuestros dientes?
Como se ha adelantado en párrafos anteriores, según la dentina y el esmalte, el color de los dientes de cada persona puede variar según sus características. Las personas adultas son más propensas a presentar un color amarillento en los dientes debido al desgaste. La localización de los dientes en la encía , las enfermedades metabólicas, la toma de medicamentos, así como el consumo de tabaco son algunos de los tantos factores que provoca oscurecimiento de los dientes.
Estos factores también puede condicionar el nivel de blanqueamiento que es posible conseguir en cada caso.